La próxima revolución en el sector hortofrutícola
Tecnologías de la información es el siguiente paso en la producción y comercialización de frutas y hortalizas. Y en el centro de esta revolución encontramos la clasificación, en cuya fase se recogen, por primera vez, datos tras la cosecha.
El enorme avance que ha vivido la tecnología de clasificación los últimos quince años también ha dejado huella en el negocio de la fruta fresca. La clasificación ha permitido a los proveedores entrar y defender su posición en mercados tan importantes como Europa o los Estados Unidos. Mercados en los que de forma continuada se han ido aumentando las exigencias fitosanitarias. Actualmente, sin las modernas tecnologías de clasificación, ya no sería posible suministrar a las cadenas de supermercados. Hoy en día se clasifica muy rápido, con la máxima precisión y de forma muy flexible. De cara al futuro la clasificación jugará un papel todavía más relevante.
Tomra, con sede en Löwen, al este de Bruselas, suministra tecnologías de clasificación con una
gran cantidad de aplicaciones. Antes se trataba de Best (Belgian Electronic Sorting Technology), empresa adquirida por Tomra en 2012.
Mientras que Best nació en un pequeño granero en Kapelleop-den-Bos, entre Bruselas y Mechelen, Tomra lo hizo en un cobertizo en Noruega. Ahora se ha convertido en una empresa internacional de soluciones para el clasificado. Antes de que Best comenzara con los programas de clasificación para frutas, hortalizas, nueces y productos del mar, suministraba maquinaria para botellas y otros productos industriales. La mayor parte de la facturación procede del reciclado. Al tratarse todavía de una empresa privada, se desconoce el porcentaje que abarca la clasificación de frutas y hortalizas en el global de su facturación.
Grandes posibilidades de reconocimiento por otras fuentes de luz
El mercado de las clasificadoras está muy disputado. Tres empresas luchan por cuotas en un mercado limitado. La ventaja, dice la empresa, es su orientación al cliente: “Comenzamos muchas veces en puntos problemáticos. Una flexible alimentación del producto, fácil adaptación a los parámetros de clasificación así como otras tecnologías, son puntos fuertes de nuestro trabajo en el mercado”, dice Steven Hill, Director Comercial para Medio Oriente y África.
“Una clasificación moderna y de alta precisión es hoy en día casi lo normal. Las principales funciones se centran en las eliminación de materias extrañas así como la detección de fallos a una alta velocidad. Las cadenas de supermercados han recibido estos avances técnicos con agrado. Saben que ahora pueden prescribir a sus proveedores especificaciones concretas en relación a tamaño y color, junto con el objetivo “cero defectos”, siempre que sea posible.
Pero la clasificación moderna puede hacer mucho más. Los fabricantes están investigando las infinitas posibilidades que ofrecen las diferentes fuentes de luz. Una clasificadora hoy está dotada de láser, cámaras, rayos x, densímetros y cámaras multiespectrales y está muchísimo más capacitadas en la identificación que la luz visible.
El primer paso ya se dio hace unos años: clasificación no sólo significa separar lo bueno de
lo malo. Hoy las máquinas pueden evaluar por ejemplo el aspecto, la calidad e incluso el sabor. Con varias estaciones se pueden diferentes características en un mismo proceso de trabajo.
El siguiente paso también se ha dado. Las clasificadoras ven dentro del producto. Flujos de energía por debajo y por encima de lo visible detectan manchas e informan sobre puntos blancos, grado de humedad o punto de madurez, hasta incluso las moléculas, como es el caso de las seleccionadora “Nimbus”.
El proceso se denomina “Firma Identificación Biométrica” (BSI). Aquí se trata de diferencias moleculares y químicas y desviaciones en la superficie y en el objeto en sí. Este avance técnico ha valido a la empresa algunos reconocimientos entre ellos el “Premio a la Innovación 2015” del International Nut Council (INC).
Lo que BSI ofrece es la huella digital del producto. ¿Qué quiere decir esto?. A través de la medición de la capacidad de reflejo de concretas estructuras moleculares, se puede medir la humedad así como moléculas individuales, datos del producto que se incluyen en un listado. Y más: con las huella digital BSI la seleccionadora puede reconocer cada producto de forma individual y los datos son almacenables. Bueno para el comercio minorista – permite una total trazabilidad.
Sten Hill apunta: Además tenemos que conseguir que la máquina sea creativa. Una vez que se tienen estos datos, el operario puede programarla con las especificaciones en función de la campaña, el contenido de humedad u otros aspectos.
Actualmente trabajamos en cómo guardar los datos para poder dar un paso más en el análisis. Hasta ahora los datos obtenidos han sido una herramienta para informes en materia de aseguramiento de calidad. Pensamos que estos datos especiales también se pueden utilizar en la evaluación del clasificado e incluso para fijar de forma temprana los precios. También pueden ser interesantes para la protección vegetal y dosificación de abonos. Esto todavía tardará un tiempo, pero la base está disponible.
Medir el sabor con la nariz electrónica
El director comercial de Tomra destacaba además otra innovación, la medición del sabor. La idea no es nueva. Desde los años noventa la ciencia trabaja en la “nariz electrónica”. Junto con otros investigadores, M. Benady desarrolló en el año 1995 un aparato que incorporaba un sensor semiconductor de gas. En la piel de tres variedades diferentes de melones se adhirió un pequeño recipiente.
El aparato era capaz de diferenciar un fruto
inmaduro de una maduro con una precisión del 90%, además clasificaba los frutos en tres grados de madurez (inmaduro, casi maduro y complementamente maduro) y lo hacía con una precisión del 83%. El mismo grupo investigó la nariz con variedades de arándanos en relación a madurez y calidad de la fruta. Teniendo en cuenta novedades como BSI de Tomra, se puede prever claramente que la clasificación en frutas muy pronto dispondrá de considerables mejoras para la comercialización de frutas.
Fuente: Revista Fruitworld 1-2006
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