La Unión Europea ha acordado prolongar las sanciones contra Rusia seis meses. Las sanciones se impusieron el año pasado después de que Rusia interfiriera en el conflicto en Ucrania y tras la anexión de Crimea. A comienzos de la próxima semana, los ministros europeos de Asuntos Exteriores todavía tendrán que dar su aprobación a la prolongación. En teoría, las sanciones todavía podrían evitarse. La presión para mantener las sanciones llega de varios puntos, como América. Durante la cumbre del G7 celebrada recientemente en Alemania, el presidente Obama, el presidente Hollande y la canciller Merkel fueron algunos de los que anunciaron su apoyo a la prolongación de las sanciones.
Rusia ha estado haciendo presión en Europa últimamente para detener la prolongación de las sanciones, pero hasta el momento no ha logrado convencer a los Estados miembros de votar contra estas. El grupo de presión se ha centrado principalmente en Grecia, Chipre y Hungría.

Estos países se mostraban críticos con las sanciones, pero parece que están de acuerdo en que se mantengan en vigor.
En cuanto al veto a los productos europeos impuesto por Rusia, no parece ser un acontecimiento positivo. En agosto, Rusia decidirá si el boicot seguirá en vigor y últimamente han estado dejando claro que la decisión depende en gran parte de lo que los europeos acuerden en lo referente a las sanciones.
A su vez, los países occidentales han vinculado el avance de las sanciones con el cumplimiento de los acuerdos de Minsk. Estos acuerdos se alcanzaron hace algunos meses en la capital bielorrusa y versan sobre el alto el fuego en el este de Ucrania y la retirada de la artillería pesada militar. No obstante, hasta el momento, se siguen sucediendo los enfrentamientos en el este de Ucrania y no se plantea un alto el fuego.